Todo se mece entre un crepúsculo y el
silencio, como si la brisa fría jugase entre la escarcha y la nieve. Allí,
donde las hojas verdes a veces caen y forman la alfombra crujiente del otoño,
mezclando los colores y los efluvios divinos del sol. Donde las sombras, son
ese baño exquisito con el alborotar del viento escurridizo, y las ramas
bailotean como si un vals las acompañase, coronando el aroma placentero de los
tilos, invitando a caminar sin detenerse un segundo…porque respirar es una
invasión de embeleso. Allí, sí, donde los colores de los atardeceres son la
mayor paleta del pintor mas renuente, y con acuarelas cálidas va matizando el
instante, ese segundo que cambia con el ápice del tiempo sin tiempo. El
tartamudeo del aletear de las mariposas que van rondando como un juego infantil
cada paso dado, y las flores circundan el infinito alborear del agua, que va
murmurando bajito sobre las rocas y las ninfas secretas que nadie ve, pero
están… En esa milésima de un parpadeo cansado en que se cierran los ojos y nace
el sueño, el juglar exquisito de mi plenitud, de mi deidad secreta, de mi otro
yo, vestida de ilusión, sin más ropas que el deseo de sonreír y amar, de sentir
a puro palpitar, donde nada es imposible, donde es mi seguro rincón, desnudando
el alma, en la quietud de mi respirar, al final de ese sendero aromado… me
esperas tú, complaciente y sereno, sonriendo, para sujetarme acompasando mi
transitar…
Tan solo un crepúsculo de exhalaciones cálidas
escapando de mi boca a tu aliento sumido en mis besos, enlazados infinitamente,
eternamente, plausivamente, conjugando cada verbo en un verso no narrado, mucho
menos recitado, solo mirado entre pupilas pretendientes, ansiados momentos, que
empiezan a difuminarse con el adiós de la luna, deshojándose en cada estrella
que se marcha, palideciendo esa acuarela que mitifica el encuentro,
petrificando cada significado, el anhelo, el deseo, la esperanza y confianza de
que cuando vuelva el nuevo sueño, junto al aroma de tilos…allí me esperaras…
LaParka